El
mantenimiento de un adecuado equilibrio hídrico es esencial para la salud. El
balance hídrico es cuando la cantidad de líquido que entra al cuerpo es equivalente
a la cantidad que se pierde. Dado que en el volumen (hidro) se diluyen iones
(electrolitos) se habla de balance hidroelectrolítico.
El
contenido de agua del organismo disminuye con la edad, desde un 75% en los
bebés hasta un 60% en las personas adultas. Aunque podemos vivir hasta 50 días
sin alimento, sin agua sólo sobreviviríamos unos días, incluso en un clima
frío. Es particularmente importante ya que el cuerpo no tiene la capacidad de
almacenar agua: debemos reponer toda el agua que perdemos a diario.
El
agua se distribuye por el cuerpo y los órganos. El contenido en agua de los distintos
órganos depende de su composición y varía desde un 83% en la sangre hasta sólo
un 10% en los tejidos adiposos.
Las
principales fuentes de pérdida de agua del cuerpo son la orina y el sudor.
Estas pérdidas varían considerablemente en función del consumo de líquidos, la
dieta, la actividad física y la temperatura. El cuerpo también pierde agua
insensiblemente a través de la piel, los pulmones (respiración), y las heces. Cuando
enfermamos y en caso de diarrea, la pérdida de agua aumenta de forma
considerable. Para vivir y respirar, incluso en un clima templado, se requieren
unos 2,5 litros al día. (Health, 2007)
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